Todos tenemos limites en nuestra capacidad de lectura y escritura, más no somos nuestra limitación, y como humanos somos ilimitados, nunca terminados, siempre en crecimiento, siempre sembrando posibilidades.
Estos días he intentado escribir algo para este blog. Tengo una lista de ideas, y pasa que simplemente no me he sentado a escribir. Esto es común en proyectos de escritura. Me invade una desesperación molesta, una mezcla de culpa, ansiedad, y muchos «deberías». «Ya debería tener un post, ya debería te haber terminado de escribir». Curiosamente esto nunca ayuda a escribir. Me ayuda a postergar, la adrenalina al final me acelera. En este caso no tengo una fecha de entrega.
Lo diferente de escribir este blog es que el sentirme congelado es parte de mi experiencia con la dislexia. No se que tan común sea, no me sorprendería que lo fuera. Mi desarrollo como escritor, como persona que escribe, esta llena de frustración, de vacilaciones, de temores. Es una fuente de duda constante.
También en sus mejores momentos es un proceso creativo, es una exploración emocionante. El único premio que gane en la preparatoria fue por escribir una historia de ciencia ficción. Me encanto una época en donde redactaba cartas a amigos.
La parte más frustante es la que encuentro en este momento, siento que tengo miles de cosas que puedo decir, y no tengo claro cómo empezar, como expresarlo. Me enojo, me frustro. En este momento se que es lo correcto por escribir por que reacciono con una intensidad emocional. En mi coraje pienso que si tuviera una mejor mente tendría cosas muy interesantes que decir. !Que afán lastimarse así! Cuanta terquedad. Aún con este reconocimiento llego a este punto como si se tratara de una avenida principal en mi vida, en donde encontrando otros rumbos, tengo que tomar de vez en cuando con mal humor y enojo.
Escribo este post inspirado por el podcast de Marc Maron, un cómico estadounidense, que es reconocido por sus entrevistas intimas y sus comentarios honestos y abiertos. Intento imitarlo creativamente. Quisiera tener más sentido del humor, pero en definitiva puedo ser más abierto. Lo hago porque siento que ocultar la dislexia, o aun más, el efecto de la dislexia es profundamente doloroso. Cómo terapeuta social la importancia de crear espacios para compartir experiencias dolorosas. Es algo que es importante cultivar en nuestras vidas.
Mi problema con el rotulo de dislexia y sus tratamientos es que dejan fuera el dar apoyo para aprender como solicitar apoyo, y para solicitar apoyo hay que estar dispuesto a mostrarse vulnerable. !Que miedo!
Este blog y este post es mi invitación para compartir, para aprender a compartir estas dificultades, sus dolores, las frustraciones. No sugiero que lo hagan tan publico como un blog. Si creo que es fundamental tener amistades, familiares, un terapeuta, un grupo con quienes acudir cuando el escribir nos sobrepasa, cuando el leer no sobrepasa, y cuando las dudas sobre nuestra capacidad nos petrifican, cuando la culpa y los reproches propios ahogan.
Si tienes a un niño o niña con estilo de pensamiento disléxico, es absolutamente necesario enseñarle que las limitaciones pueden mostrarse en su escritura, en su lectura, más no en su creatividad, en su capacidad de aprender y de sorprenderse ante los misterio de la vida y el universo. Todos tenemos limites en nuestra capacidad de lectura y escritura, más no somos nuestra limitación, y como humanos somos ilimitados, nunca terminados, siempre en crecimiento, siempre sembrando posibilidades.