Tengo tiempo sin escribir después de tener varios meses de ser consistente en este blog. Me sentía creativo, sentía que tenía temas que compartir. Después llegó un tiempo muy ocupado, y es como si me hubiera perdido. Solo que no me perdí. Ya les he compartido como seguido me inunda el pánico al escribir. Por tiempo me he sentido bloqueado. Me tomó tiempo reconocerlo, primero estuve seguro que tenía muchos pendientes importantes, los cuales los tuve, igual que antes, y de alguna forma podía compartir, y luego poco a poco, como el frio del invierno, la inseguridad de creer no tener nada interesante que decir. Luego culpa, dudas sobre mi capacidad, luego temor, luego más parálisis.
No quiero abundar mucho en esto, ya lo he escrito antes. No siento que pueda decir nada nuevo de este patrón. Como lo dije antes, no creo que sea particularmente interesante excepto que sé que no soy el único, pero no es algo que nos guste compartir, no es un tema de conversación común, es un tema de vulnerabilidad, es oculto, y es una lástima sentir que es algo que no se pueda expresar. Me incomoda compartir esto, me da miedo sonar débil, pero es importante hacerlo para sanar, para liberarnos de tener este peso de ocultar, de pretender que los cuestionamientos propios no están ahí. Esto no les pasa a todos y todas quienes vivimos con dislexia, pero sé que somos varios. Quiero retar mi silencio, quisiera que otros lo puedan hacer conmigo, tal vez no en un blog, pero si con gente de confianza.
Lo diferente de esta vez, es querer compartir restando el tono de reproche hacia mi persona. Es un camino muy andado para mí, un laberinto que no me deja en la nada. Tengo algún proyecto importante, algo en donde mi ego se ve amenazado, como es trabajar en una tesis, en algún escrito importante para mi trabajo, o este blog. Me entra esta tensión sutil, soslayando a sentarme y comenzar. Sé que esto no es solo dislexia, también es mi distracción, mi dificultad para establecer prioridades. Luego llegan una marea de reproches, con ecos de lo que escuche en mi vida escolar, etiquetas como flojo, como indisciplinado, y luego más bloqueo, luego enojo, frustración, y al final de cuentas lo que funciona es hacer las cosas con todo y el temor.
Quiero lograr llegar al punto en donde pueda reconocer y aceptar que este es un proceso común en mí, algo que me acompaña, y que el renegar de ello es inútil. Luego lanzarme. Como lo hago ahora. Resistiendo el querer justificarme, dar explicaciones, hacer pretextos. Esta imperfecta y bella mente mía así es, y así como es, puede crear y compartir cosas importantes. Aun cuando no siga el camino que quisiera que tomara. Para llegar a compartir algo por escrito, tengo que atravesar la aduana de dudas y miedos. A veces la paso sin problemas, a veces me mantengo ahí más de lo que quisiera, y aun así esto no me detiene.